Como ya dijimos en la entrada anterior, la vulva ha estado excluida del mundo del arte como si no existiese. Condenada al ostracismo permaneció desdibujada como si de un órgano sucio se tratase.
En la presente entrada vamos a desarrollar una fenomenología de la vulva. Vamos a mostrar cuál ha sido su evolución en el arte, destacando a aquellos autores pioneros en el valor de mostrarla y dotarla de entidad. Valga nuestro reconocimiento para ellos.
En el arte prehistórico encontramos representadas vulvas en las estatuillas religiosas, como la Venus de Willendorf, y que data de unos 22.000 años.
Sin embargo, la primera imagen dibujada que tenemos de una vulva se debe a Miguel Ángel, quien hace un estudio de su anatomía, ver referencia en artehistoria. Demasido científico y poco artístico, muy en su línea.
Sebald Beham, grabado de mujer con leyenda: “ni la noche ni el amor ni el vino aconsejan algo moderado”. Encontramos una mujer claramente excitada, mostrando una gran vulva.
No será hasta Agostino Carracci, 1557 -1602, cuando se represente la vulva, destacada, aunque sin llegar a ser protagonista, pues se encuentra siempre en un contexto erótico-sexual. Agostino Carracci fue además de pintor un gran ilustrador; de aquí destamos sus ilustraciones eróticas, aunque hay quien cuestiona su autoría, haciéndolas de Camilo Procaccini.
Boucher ya se atrevió a pintar su cuadro Leda y el cisne, donde, recurriendo a la mitología, nos presenta a una mujer entregada al placer, destacando sonrosada su vulva. El ganso, la verdad, que siempre me da mal rollo.
En Peter Fendi la vulva se vuelve voluptuosa, se quiere salir del cuerpo, y no se oculta.
Por el contrario, Maurín, Nicolás-Eustache nos muestra a lo lejos un abundante vello púbico negro, con una pierna levantada.
Paul Avril, en un contexto sexual, nos muestra una vulva abriendo.
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